Kepler‑452b podría ser un mundo rocoso con condiciones similares a las de la Tierra.
Kepler‑452b orbita una estrella G2V muy similar al Sol, a una distancia de unos 1,400 años luz en la constelación Cygnus. Se mueve alrededor de su estrella en 385 días, apenas 5% más lento que nuestro año. La estrella tiene 6 mil millones de años —1.5 mil millones más vieja que el Sol— es un 10% más brillante y un 11% más grande. :contentReference[oaicite:2]{index=2}
Con un radio estimado de 1.6 veces el de la Tierra y una masa aproximada de 5 veces mayor si su densidad es terrestre, la gravedad superficial en Kepler‑452b sería casi el doble. :contentReference[oaicite:3]{index=3}
Si existe una atmósfera similar a la terrestre, las temperaturas promedio podrían alcanzar los ~29 °C, lo que lo haría más cálido que la Tierra. Podría mantener agua líquida mientras la estrella no provoque efecto invernadero descontrolado. :contentReference[oaicite:4]{index=4}
Aunque fue considerado como un "super‑Tierra" potencialmente rocoso, aún no hay confirmación científica de si tiene superficie sólida o es un mini‑Neptuno con atmósfera densa. La posibilidad de que sea gaseoso pasa del 50%. :contentReference[oaicite:5]{index=5}
Actualmente es uno de los exoplanetas más prometedores para la habitabilidad. Su estrella ya supera los 6 mil millones de años, por lo que podría estar acercándose al final de su zona habitable; podría ser habitable durante otros 500 millones de años aproximadamente. :contentReference[oaicite:6]{index=6}
El SETI sigue atento a posibles señales, pero aún no se ha detectado nada. La distancia astronómica lo hace inexplorable con tecnología actual. Incluso a la velocidad de la sonda New Horizons, llegar allá tomaría más de 25 millones de años. :contentReference[oaicite:7]{index=7}
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