La Filosofía no es solo un cúmulo de conocimientos abstractos y desligados de la realidad, es un conocimiento inherente al ser humano ya que le hace cuestionar y meditar los distintos aspectos de su propia vida y existencia. La Filosofía se pregunta ¿qué es el bien?, ¿qué es la vida?, ¿qué es el ser humano?, ¿qué es la muerte? Sócrates, seguramente, no fue el primer ser humano que formuló estas preguntas, pero sí fue uno que vivió conforme a estas preguntas y murió como respuesta a estas preguntas.
Nace en Atenas en 470 a.C. Hijo de una comadrona y de un escultor. Cumple sus deberes ciudadanos y vive en una mediana austeridad. Sócrates dedicó gran parte de su vida a deambular por las plazas, palestras y gimnasios de Atenas, donde encontraba interlocutores para sostener largas conversaciones, con frecuencia, parecidas a largos interrogatorios. Este comportamiento correspondía a la esencia del sistema de enseñanza de Sócrates: la mayéutica.
Según este método, el primer paso para llegar a la sabiduría es saber que no se sabe nada, o, dicho de otro modo, tomar conciencia de nuestro desconocimiento (“Solo sé, que nada sé”) Una vez admitida la propia ignorancia, comenzaba la mayéutica propiamente dicha: por medio del diálogo, con nuevas preguntas y razonamientos, Sócrates iba conduciendo a sus interlocutores al descubrimiento (o alumbramiento) de una respuesta precisa a la cuestión planteada, de modo tan sutil que la verdad parecía surgir de su mismo interior.
Con su conducta, Sócrates ganó enemigos que acabaron por considerar que su enseñanza, amistad, e incluso, su forma de vida, era peligrosa. Fue oficialmente acusado de impiedad y de corromper a la juventud y condenado a muerte, una ejecución que consistió en beber cicuta (veneno), aún y cuando en su defensa, demostró la inconsistencia de los cargos que se le imputaron. Sócrates pudo haber eludido la condena gracias a los amigos que aún conservaba, pero prefirió acatarla y morir, pues como ciudadano se sentía obligado a cumplir la ley de la ciudad, aunque en algunos casos, como el suyo, fuera injusta; peor habría sido la ausencia de ley.
El más sobresaliente de los discípulos de Sócrates, Platón, recogió todas las enseñanzas de su maestro y las plasmó en una serie de interesantes y bellos relatos llamados, en conjunto, “Diálogos”. En uno de ellos, titulado “Fedón o de la inmortalidad del alma”, se ilustran las últimas horas de vida de Sócrates. “Resuelto Sócrates a dar a sus amigos el ejemplo de su filosofía, mandó que se retiraran su mujer y sus hijos, impuso reserva al dolor de sus amigos y no tardó en provocar a una discusión sobre la inmortalidad del alma y la muerte y su sentido, discusión que se prolongaría hasta la puesta del sol, el instante señalado por la ley para beber la cicuta.”
Para Sócrates, su vida había sido un constante ejercicio de aprendizaje y búsqueda constante de la sabiduría a través de la duda y el diálogo. Sócrates fue fiel a su vida, a sus enseñanzas y a la Filosofía hasta el último día de su vida. No fue el primer filósofo por los libros o tratados que escribió, o el número de escuelas o disciplinas que fundó, sino que lo fue al ser el primero de ellos que vivió y murió de acuerdo a lo que es la Filosofía en última instancia: vivir en la búsqueda de la sabiduría.
Frente a la muerte, Sócrates menciona “No creo que exista ocupación que convenga más a un hombre que muy pronto va a partir de este mundo, que la de examinar bien y procurar conocer a fondo qué es precisamente este viaje y descubrir la opinión que de él tenemos.” Para Sócrates, la muerte es otro momento de vivir filosóficamente, ya que Filosofía y humanidad van de la mano. ¿Qué cosa mejor podríamos hacer mientras esperamos la puesta del sol? y añade “los verdaderos filósofos no trabajan más que para morir y que la muerte no les parezca nada terrible. Mira tú mismo; si desprecian su cuerpo y desean vivir solos con su alma, ¿no sería el mayor absurdo tener miedo cuando llegue ese instante, afligirse y no ir voluntariamente allá donde esperan obtener los bienes por los cuales han suspirado toda su vida? Porque han estado deseando adquirir la sabiduría y verse libres de este cuerpo objeto de su desprecio” De nuevo vemos cómo Sócrates observa al momento de su muerte desde la óptica de la Filosofía y su mayor objetivo: la adquisición de sabiduría y la mejor comprensión de su propia existencia e inteligibilidad de su alma, es un momento propio de su existencia, a la cual le ha dado el carácter de ser un camino en búsqueda de la verdad más profunda.
Es de esta manera que con Sócrates nace un tipo de ser humano “nuevo”, un ser humano que consagra su existencia a la sabiduría, la cual se origina en siempre cuestionar y buscar dentro de uno mismo las convicciones más fundamentales. Estas convicciones son las más difíciles de identificar, pero son las que dan sentido a una vida. A modo de reflexión, justo antes de ser sentenciado, señaló que, de quedar libre tras el juicio, seguiría haciendo lo que había hecho hasta entonces, sabiendo que sería condenado de nuevo, y ejecutado. Sócrates no eligió con esto morir, sino vivir la vida que estaba viviendo y no otra. No hay quizás convicción más absoluta, más irreversible que ésta. Sócrates estuvo dispuesto a morir por lo mismo que había estado dispuesto a vivir. En ese momento, nace la Filosofía.
Sócrates y otros filósofos fundamentales no solo de la Antigüedad sino de toda la historia humana, han aportado ideas y conceptos que, en un examen de admisión o de certificación siempre te preguntaran, por lo que te invitamos a conocer más de este filósofo en los cursos que CONAMAT tiene para ti.
Xochicalco 187 Col. Narvarte,
Ciudad de México, C.P. 03020
Llámanos: 800 68 500 50
Email: info@conamat.com
¡Queremos escucharte!
Escríbenos un comentario