Fundada por Alejandro Magno (el emperador de Macedonia) como consta por su nombre, Alejandría, nació en el año 331 a. C. y desde entonces comenzó a iluminar con la luz de su faro y de su conocimiento a la humanidad. Si analizamos las circunstancias históricas de ese suceso, podremos advertir los propósitos políticos y estratégicos de aquel conquistador, cuyo consejero Aristóteles sin duda lo asesoraba en forma tácita y eficaz, como si se tratara de un candidato en campaña electoral. ¿A qué nos referimos con esto?
Para entonces Egipto llevaba 190 años bajo dominio del imperio persa, desde que Cambises II lo invadiera en 525 a. C. Casi dos siglos después Alejandro Magno apareció en escena como gran libertador. Tras derrotar al ejército persa de Darío III, eligió un sitio al noroeste del delta del Nilo, sobre costas del Mediterráneo, y allí estableció un puerto que conectaría el paso entre Asia menor, África del norte y Europa oriental, lo cual le permitiría controlar el comercio de esa amplia región. Así nacía Alejandría como símbolo de la libertad y del helenismo, pues su traza urbana diseñada por el propio Alejandro conforme el modelo de las polis griegas contemplaba la creación de una monumental biblioteca y un museo. Y mientras el constructor Dinócrates de Rodas desarrollaba el proyecto arquitectónico, Alejandro Magno se hacía proclamar faraón con atributos divinos según la tradición milenaria egipcia.
La empresa cultural y educativa iniciada por Alejandro Magno fue continuada por Ptolomeo Primero Sóter, el salvador, y los faraones subsecuentes de la misma dinastía durante los siguientes tres siglos hasta Celopatra. Ptoloemeo atrajo como huéspedes a sabios y eruditos griegos como Euclides (fundador de la academia de Matemática de Alejandría) y Arquímides (astrónomo, ingeniero, físico y matemático que estableció su famoso principio de hidrostática). El faraón Ptolomeo también inició la construcción del gran faro (destinado a convertirse en una de las siete maravillas de la antigüedad), y dotó a la biblioteca con numerosos pergaminos de valioso contenido científico y literario.
Una verdadera ciudad universitaria se consolidó en Alejandría; su acervo bibliotecario llegó a albergar cerca de 700 mil pergaminos, la mayoría copiados a mano, epicentro de la intensa actividad académica gracias a la cual era posible estudiar todo tipo de disciplinas:
Tipos de disciplinas.Se puede decir que la educación se asemeja a la educación integral de nuestro tiempo, ya que en Alejandría se cultivaron la música y el atletismo; se contaba con un teatro y un hipódromo para el esparcimiento colectivo, un observatorio astronómico y varios talleres para la fabricación de papiro y perfumes, un laboratorio médico, un zoológico y hasta una banca real y un astillero: dinámica y floreciente ciudad de la que hoy no queda nada, salvo difusos recuerdos.
Biblioteca de Alejandría.Tan importante fue el conocimiento como herramienta de poder y prestigio que Alejandría se convirtió en nueva capital del imperio y ahí se alojaron los faraones de la dinastía ptolómeica. Y por extensión, epicentro del saber de esa lejana época. Es algo que entendían muy bien Egipto y sus aliados como Grecia, pero también reinos enemigos como Persia, y siglos después, el imperio romano. Enriquecer o derrotar a Alejandría, preservarla o destruirla, variables antagónicas dependiendo de qué relación se tuviera con Egipto, amistad o enemistad.
En el 47 a. C. se produjo un incendio en la biblioteca de Alejandría durante la campaña de Julio César en Egipto. Comenzaba un crónico y decadente declive de aquella ciudad luz, devastada por erosión, inundaciones, terremotos, incendios, guerras, saqueos y prejuicios. En el 272 d. C. el emperador romano Aureliano invadió y arrasó Alejandría mientras se proponía exterminar a la reina Zenobia de Palmira en la provincia de Siria.
A pesar de aquellos infortunados sucesos, Alejandría fue capaz de mantener su quehacer académico durante más tiempo. En el 391 el emperador Teodosio desató la persecución del paganismo. Como Alejandría era un sitio abierto al saber y la pluralidad, los clérigos patriarcas como Teófilo y Cirilo instigaron ataques contra el templo Serapeo de esa ilustre ciudad universitaria. Y en nombre de Dios, se acosó y se linchó a Hipatia de Alejandría en el 415, sabia y notabilísima mujer matemática, astrónoma y filósofa, acusada de practicar brujería y proteger a los paganos, atroz feminicidio y crimen en contra del conocimiento universal.
Hipatía de Alejandría.En el 618 Alejandría sufrió un nuevo ataque, ahora perpetrado por huestes persas, y en el 640 el general musulmán Amr ibn al-As también saqueó la urbe y prendió fuego a la biblioteca alejandrina, utilizando miles de pergaminos como combustible, todo en nombre de Alá. A partir de su declive Alejandría se convirtió en un vacío, una ausencia lamentable e inmerecida.
Han transcurrido aproximadamente 2,300 años de la fundación de Alejandría. Desde 1987 surgió un proyecto de reconstrucción de esa magna urbe, pues con unos 230 millones de dólares y la colaboración esforzada y humanista de naciones árabes, africanas, europeas y americanas, la UNESCO asumió la tarea de dotar nuevamente a Alejandría de su biblioteca y su museum para el estudio, investigación y preservación del saber patrimonial, accesible a toda la humanidad. Ese loable propósito se materializó en 1996 al reabrir Alejandría para todo el público internacional con un acervo de 8 millones de obras en diversas materias y disciplinas. Y recientemente se incorporó la modalidad de consulta virtual gratuita de numerosos textos en dicho recinto. Es un acto de justicia esperanzadora para Alejandría, para el resto del mundo y para la posteridad.
Para el gran público lector y para estudiantes como tú, Alejandría representa un referente histórico de magna relevancia, un ejemplar modelo académico antiguo y contemporáneo. Quienes se preparan para presentar exámenes de ingreso a nivel medio superior o superior pueden identificarse plenamente con esa urbe helénica, un tema universal de interés para todos.
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